domingo, febrero 28, 2016

TRISTE DESTINO

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Regresa despojo letal,
detén tu instinto primario
y no abandones tu santuario
inmundo corcel fatal .

* * *
El corcel de la muerte cruza los campos
en los que la vida se va sin retorno,
cual tumba abierta en el centro del mundo
y donde las ánimas hielan de terror la sangre.

Los desgarros de la vida y del corazón,
verdadera causa de la justa universal,
faltos de entrañas y sin conciencia interior,
incuban una enorme avidez de eternidad.

La helada soledad que oprime a los humildes,
cuando con furor intempestivo dan tregua a su odio,
ven desvanecerse, al fin, las densas tinieblas,
en el mismo lugar en que yace su cadáver cruento.

--“Surge el Sol entinto en sangre
cruzando por tortuosos senderos,
y en sus cabellos de fúlgidos haces
va luciendo cual diadema
y abundando en sus dulzuras,
una áurea corona de estrellas.”--

Con sus túnicas blancas ondeando al viento
y los brillantes escudos cuajados de perlas,
los jinetes avanzan al rítmico paso
de aquellos timbales que incitan a guerra.

-- “Van buscando aquellas almas
el reposo del infierno,
con sus llamas vacilantes
y el perfume de los muertos.

Tal vez su insensato furor
apague su sed de venganza,
al igual que con el día se agosta
la tenue flor de la esperanza.”--

El hierro, surcando los aires, abre una herida,
y el viento se hace eco del dolor y el llanto,
mientras que el espíritu de las ardientes nubes
se dirige a los páramos de las eternas brumas.

Una llama vengadora con voracidad sangrienta,
ciñendo el laurel en su altiva frente,
rodó abrasadora sobre las mallas y aceros
con impetuoso brío y considerable acierto.

La depravada ambición de los milicianos
que ansían con lujuria el oro y los placeres,
proyecta emociones de fiebres malignas
en las que ni siquiera son suyos los sueños.

La traición, al acecho, flota en el aire
y el devenir de la noche cobija el silencio,
más cuando sus ojos por fatiga se cierran
la comitiva infernal entre el follaje aparece.

El sol de la mañana lució tristemente
y el aguijón de la muerte, violadas las leyes,
dejó al descubierto las corazas, escudos y yelmos
de los que murieron sin poder defenderse.

Desde entonces el corcel de la muerte
con sus crines doradas ondeando al viento,
va esparciendo por las profundas fosas
la traición, la turbación y el desaliento.
¡