domingo, febrero 28, 2016

UNA VUELTA POR GIJÓN

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¡
Me gusta escuchar la gaita
y el redoble del tambor;
también me gusta la sidra
y beberme unas botellas
bien entrada la mañana
en cualquier bar de Gijón.
¡
No sé que tiene la sidra
que tanto me gusta de ella:
¿será ese cuerpo que luce?,
¿tal vez, su dorado color?,
¿quizás, por su alegre perfume?,
¿o es su afrutado sabor?;
yo no sé por qué será,
pero sea por lo que sea
todo me gusta de ella.
¡
Pues sí, yo vivo en Gijón,
la Villa de Jovellanos;
aquí, la noche no duerme,
tampoco la Luna descansa,
y las estrellas sonríen
a los jazmines del alba.
¡
En ésta hermosa ciudad
no brota nunca el silencio,
pues como tibios corales
y entre ferias y congresos
surgen los coros y danzas
que cantan sus himnos de amor
y bailan con tal sentimiento
que consiguen hacer los días
inolvidables y bellos.
¡
Está rebosante Gijón
de belleza natural;
tiene parques y jardines
con su verde ya habitual,
sabiamente repartidos
por toda la capital,
ataviados dulcemente
con lindas plantas y flores
que llenan a ésta ciudad
de tonos multicolores.
¡
Hay una cosa que siempre
nos llamará la atención:
son sus bares y tabernas,
salones, cafeterías,
casinos y merenderos,
restaurantes, sidrerías,
bellamente decorados,
donde se ve la opulencia,
se resalta el buen yantar
y sobre todas las cosas
se cuida la calidad.
¡
También tiene su recinto
de Feria Internacional
amenizado con fiestas
de aire tradicional,
con su canción asturiana
y su baile popular
donde se escancia la sidra
que se bebe sin parar.
¡
Y si usted viene a Gijón
no se sentirá un extraño,
pues pronto comprobará
que en ésta bella ciudad
estará muy ocupado
y todo el tiempo animado
por las gentes del lugar.
¡
Y si quiere contemplar
un espectáculo grandioso,
el más digno de admirar,
vea el mar enfurecido
pero desde el litoral;
son cosas para el recuerdo
que jamás podrá olvidar.
¡
Pues...,
cuando el Cantábrico ruge
es para echarse a temblar:
se encuentra excitado el viento,
está furiosa la mar
y enloquecidas las olas
revientan contra el roquedal.
¡
En éstas aguas salvajes,
limpias, batidas y frías,
la mar se agita entre espuma
y con su fuerza infinita
estremece a los abismos,
haciendo surgir cada día
y entre brumas matinales
de sus entrañas…, la vida.
¡
Y de éstas bravías aguas
brota una furia dantesca,
cuando a la muerte del Sol,
impasible el firmamento,
ve coronado en su ocaso
aquél mar azul y fiero
que hace llorar de emoción
hasta al mismísimo Cielo.
¡
Y cuando parta de nuevo
de la ciudad de Gijón,
sabrá que aquí va a dejar
a formidables amigos
que le van a recordar,
siempre con mucho cariño,
desde la orilla del mar.
¡